miércoles, 17 de julio de 2013

Bebés. La Aventura de Caminar (IV): Explorar sin riesgos. Preludio.

El gateo de Alejandro cada día es más fluido. En ocasiones, incluso, trata de levantarse y caminar. Pero el equilibrio aún le juega malas pasadas.

Nosotros no tenemos prisa por ver cómo comienza a caminar como bípedo que es. Disfrutamos con su gateo, sus largos paseos a gatas por salones de casa y jardín de infancia. Su mundo se ha expandido y su autonomía, multiplicado

Pero esta autonomía también conlleva implícitos algunos riesgos que el bebé tiene que aprender a solventar por sí solo. Riesgos derivados, por ejemplo, de gatear en una sala con la puerta abierta o exponerse a  un espacio acristalado. ¿Perciben el espacio vacío en su trayectoria?

Durante las primeras semanas de gateo estos riesgos son tan reales como exponenciales. Los niños, emocionados con su capacidad de autonomía, continúan con su nueva vida ajenos a que caminan por un cristal sin fondo sólido, o que se abre un espacio en el continuo que no pueden superar. Ajenos, sí. 

Eso sí, el desarrollo neuronal y social les manda esas pequeñas señales de peligro ante las que retroceden, quizás no el primer día de exposición; puede que tampoco la primera semana, pero más tarde que temprano, la comunicación vista-cerebro-músculos enviará el mensaje de ¡cuidado!

Paciencia, padres y educadores. El desarrollo de los niños depende de su propia naturaleza. Aunque siempre está en nuestra mano estimularle y enseñarle. Recordad que los niños están ansiosos por aprender.

Más allá de esta percepción del riesgo, semana a semana comprobamos cómo el desarrollo intelectual del bebé es más notorio. Decíamos que, en ocasiones, Alejandro se encontraba con un espacio que no podía superar gateando. Como bebé inquieto intelectual y cognitivamente, observa su entorno. 

Encuentra un barrote, o un apoyo cualquiera al que asirse. Ya se ha puesto en pie en ocasiones anteriores. La sensación es ya parte del recuerdo de su cerebro. Además, ahora cuenta con un apoyo. Mas, intenta superar el obstáculo con un único movimiento con apoyo.

Llora de frustración al comprobar que sólo apoyándose e impulsándose, el espacio no se acorta. ¿Qué hacer? Caminar, dar esos primero pasos bípedos ayudado por un soporte material de apoyo. 

Pasito a pasito, con la mente fija en su objetivo, Alejandro lo ha logrado. Ha caminado. Esas sensaciones y el desarrollo motriz que está alcanzando le conducen hacia el ansiado caminar en solitario. 

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